LA AFRENTA


Han entrado
en los robledos de Corpes
Allí viven feroces bestias
a media luz
entre los montes.

(Hija;
del robledo
no queda nada.
Después de mil años
está todo seco.
Ya no queda vida en la arbolada).

Ah,... hijas del Cid
Aquí seréis escarnecidas.

Desgárranles mantos y camisas,
la seda del ciclatón
y la piel les queda a cielo abierto.
Las azotan desnudas
los infames de Carrión.
En esos días era un derecho
para los de pelo en pecho.

Vengándose por la burla del león
con cintas corredizas
van rompiendo carne clara
en la que corre
sangre hermana.

Las dejan los carriones
por muertas
no por vivas
en el dolor mancilladas con afrenta,
Vengaron los perversos,
la deshonra del león
y los escudos salvos,
los cobardes.