El Cid y Búcar
la Colada ,
se gritan uno a otro:
- Di lo que quieras
que en poco
mandaré tu lengua
hasta tu casa,
moro.
Ya cayeron del caballo
uno y otro.
Va con ira y saña Búcar
contra el Cid
de pie
desenvainado.
Jimena que contempla la batalla
siente que le falta lumbre
en cada ojo de la cara.
El Cid da golpes
tan potentes en el moro
que la Colada del yelmo
no la podía retirar.
Estaba ya enterrada.
Búcar se arrancó con fuerza
la que tenía incrustada
Perdía sangre de una herida
del hueso y de la carne.
Y era tanta
que la cota roja estaba.
Búcar no moría.
Solo la ira le crecía.
Y se daban golpes con tal furia
que ambos las armaduras
hecha pedazos las tenían.
Cae el Cid
y Búcar toma la Tizona
que es su espada
y a dos manos
con todas sus fuerzas
le da temible golpe.
Tan fuerte
que le cortó el arnés
y las carnes penetró.
¡Cristiano,
tus huesos serán
para el baile de las moscas!
El Cid sintió el terrible golpe
pero no tardó en darle pago.
Se cruzan
en las manos del cristiano
y la Tizona ,
en moras manos.
El brazo poderoso cae
partiendo en dos al moro .
La sangre a borbotones
del marroquí difunto
ha bañado el rostro rubio
¡Carne de gusanos,
será la arena tu sepulcro!
¡Te lo dice este cristiano!
.
.