que ha sido muerto ese valiente
pero ese corazón
non se detiene.
El corazón campante
ya non muere,
en el cantar de los cantares
consta para siempre.
Van esos pendones enlazados
y Bavieca galopante
a campo traviesa va flameando.
El eterno que lo espera
se abre a los caminos
por donde pasa España entera
refulgiendo.
La mesnada carga en su final
junto a su valiente
con lágrimas en los ojos del rostro
llorando
van sus comandantes
combatientes.
¡Por Dios, por el Rey y por el Cid!
A combatir campantes.
La corneja hecha el vuelo
de la derecha hasta la izquierda
y eso es bueno,
vayan catando la fortuna de mi España
los agoreros.
Curvada está la noche y el Cid ha dominado
entre moros y cristianos vida eterna en el idioma.
Babieca resopla y sacude
con su cabalgante
hasta donde nacen alboradas
de todos los cantares
pues “a todos nos alcanza la honra
del que en buena hora se atreve”.
Y son
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